lunes, 3 de junio de 2013

Anecdotario Chapinguero Generación 1988

Estimados Colegas:


Revisar la nota al final

Con el fin de despertar los recuerdos, los invito a que continuemos con la tradición del anecdotario chapinguero que inició el Ing. Zaldívar con sus Siete Veranos entre Paréntesis y continuó el Dr. Fidel Márquez Sánchez con su Anecdotario, incluyendo algunas de esas preciosuras y que antes de que el Alzheimer nos corroa la tatema, las escribamos, tan cortas o tal largas como podamos.

En vista de la experiencia del Dr. Márquez, los invito a que me escriban una carta escrita a mano, con una anécdota. Yo puedo ir, cada dos semanas, a recogerlas al correo de Chapingo y leer algunas de esas en el evento.

La otra idea que a lo mejor también es grata es que quien desee le envíe una carta a algún colega, para que la reciba y la recoja en la Oficina de Correos, cuando visite Chapingo el 2 o el 3 de agosto próximo. Así que tendría que ser enviada a más tardar el 20 de julio de 2013.

Recuerden, la dirección postal es:


Jesús Zavala Ruiz
Lista de Correos
Chapingo, México,
C.P. 56230

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Patio de Honor y Dormitorios. Chapingo, Méx.


He aquí la introducción que escribió el Dr. Fidel Márquez Sánchez*, quien hizo una muy buena compilación del Anecdotario Chapinguero.

En las reuniones de chapingueros hay tantas cosas que contar que bien valdría la pena, me dije en una ocasión, de publicar muchas de las anécdotas que hemos vivido cuando estudiantes, o en nuestra vida profesional, los alumnos de la Escuela Nacional de Agricultura.

Esta idea se la expuse a Carlos Manuel Castaños, “El Canelo”, antes de que se celebrara el sesquicentenario de la ENA-UACH. (La costumbre hizo desde un principio que a tal Aniversario se le llamara “los 150 años de la ENA-UACH”, ni modo, no pude convencer a la comunidad Chapinguera de un término menos popular). Le platicaba al canelo, en ese entonces, que con la facilidad que él tenía para escribir y la enorme cantidad de chapingueros que él conocía, le sería fácil reunir digamos unos cientos de anécdotas de toda laya. No fue así, el canelo desde hace unos diez años ya no vive en Guadalajara, y, por lo que sé no ha aparecido su anecdotario Chapinguero.

Entonces me di a la tarea de hacerlo yo, es decir, de compilar anécdotas de egresados de Chapingo. Para esto intenté varios medios para anunciar tal intención y esperar colaboraciones.

1ª) solicité a las autoridades de difusión cultural de la UACH que me publicaran una carta mía con tales fines en su página de internet. La carta se encuentra al final de este librito. Esto, me dije, para los egresados de Chapingo.
2ª) la misma carta, pero ahora publicada en el periódico “Tzapingo” de la UACH. Esto, para los estudiantes actuales.
3ª) repartí mil ejemplares de la carta de marras, y una anécdota escrita por mí sobre “el mambo”, Carlos Morales Arévalo, para ver si despertaba alguna entusiasmo el mero día del sesquicentenario de la ENA-UACH en Chapingo.
4ª) invitaciones personales a cuanto Chapinguero me encontraba. Esto, pues, por definición, en forma coyuntural.
5ª) también invité por internet a aquellos chapingueros que pensé podrían tener algún interés en narrar anécdotas. Sólo uno me contestó diciéndome que él “no tenía la vena para el caso”.
Después de hacer todo esto pensé que me llegarían, sino millares, sí unos cuantos centenares de anécdotas. No fue así. La única forma que funcionó bien, y eso a nivel local, fue la cuarta. En las reuniones sabatinas del grupo de viejos chapingueros que se llevan a cabo en el Hotel “Malibú” de Guadalajara, hay dos que tienen mucha facilidad para escribir: Luis Arturo Sánchez Borja y Armando Covarrubias, quienes sí decidieron colaborar y me entregaron un gran número de anécdotadas, muy divertidas e interesantes todas. Eso es lo que yo quería con el anecdotario. Como invité a cuanto chapinguero me encontraba, como decía, se suponía que iban a participar chapingueros de muchas etapas. Desde luego de la generación contemporánea a la mía (en los años cincuenta, misma que la de Arturo y Armando), pero también me interesaban las anécdotas de los egresados posteriormente. Como se podrán dar cuenta, de éstas sólo hay unas cuantas decenas, la mayor parte de Raymundo Acosta Sánchez, otro entusiasta colaborador.

Bueno, como no se puede esperar ad infinitum, y en atención a los colegas que sí colaboraron desde el principio, me decidí al fin escribir en computadora todas las anécdotas que me llegaron. Se incluyen algunas que no son tales, son cartas que me han dirigido contándome algo sobre Chapingo (porque hay que recordar que en mi carta también incluyo a empleados y trabajadores de la ENA-UACH), pero que yo consideré, en primer lugar, de una gran atención suya por haber respondido a mi invitación, y en segundo, porque no hay cosa de Chapingo que no nos interese. Al hacer la transcripción de las anécdotas únicamente hice pequeñas correcciones de redacción y ortográficas, para no alterar el sentido de lo que cada autor quería dar.

La primera intención era que el anecdotario contuviera tres partes:
1. Anécdotas
2. Frases célebres
3. Apodos

Pero ya se darán cuenta que, si fue difícil tener la aportación de “anécdotas”, más difícil fue aún la de “frases célebres” y “apodos”. En fin, que de éstas dos cosas escribí sobre lo que pude recordar, pero estoy seguro que tal cantidad se centuplicaría si hubiera habido mayor respuesta a mi llamado, pues ¿quién no recuerda los apodos a los maestros de “el terbutil”, el “centavito”, el “bernoulli”, el “caballero tres-cuatro”, etc., etc., y entre los alumnos el “chueco”, el “cartucho castro”, el “manotas”, el “uco”, el “chilitos”, el “saxofón”, el “muelotas”, el “satanás”, entre otros muchos más? En la parte final de las anécdotas, incluyo dos en forma de cuento de mi hijo José de Jesús Márquez Ortiz, chapinguero de Fitotecnia. El primero obtuvo el segundo lugar en un concurso en el estado de Coahuila; el segundo no concursó en nada, pero quienes los han leído y yo mismo, pensamos que son de buena calidad y deberían publicarse. Esto es lo que estoy haciendo, aprovechando todas las circunstancias que ustedes se puedan imaginar. Y a continuación un artículo titulado “mi personaje inolvidable” sobre gentes conocidas más o menos ampliamente por mí, lo que puede tener algún interés para los colegas chapingueros contemporáneos.
Finalmente se incluye una poesía de Arturo Sánchez Borja: “Si detener el tiempo yo pudiera”, de la cual no habrá chapinguero que se precie de ello, que no le recuerde en muchas y variadas formas su vida en nuestra querida e inolvidable Escuela Nacional de Agricultura...
F.M.S.
Guadalajara, Jalisco 17 de julio de 2006

Incluyo también la primera anéctota:

ANÉCDOTAS

¿DÓNDE QUEDÓ EL CASINO…?

Humberto Barocio Fragoso (Irrigación 48-54)

Corría el año de 1948 y finalmente se llegó a la tan ansiada fecha del gran baile de fin de cursos. Como había sucedido en ocasiones anteriores, se consiguió el Casino Militar para este esperado evento; desde luego se eligieron a dos de las mejores orquestas de aquel entonces: la de Juan García Esquivel y la otra no recuerdo quién la dirigía, pero para el caso que voy a relatar es lo mismo. Por cuenta de la directiva de la Sociedad de Alumnos se contrataron los servicios de dos camiones de la línea México-Texcoco, además del autobús de la Escuela, para trasladar a los chapingueros que quisiéramos utilizarlos.
Llegamos al casino con anticipación suficiente, pero como éramos noveles pensé que tal vez los veteranos nos podrían molestar obligándonos a realizar alguna faena propia de los preparativos; entonces invité a Antonio Baca Díaz a caminar por las calles de la colonia Lomas de Chapultepec para hacer tiempo y regresar cuando tanteáramos que el baile se hubiese iniciado. Iniciamos nuestro recorrido admirando aquellas grandes y preciosas residencias y, desde luego, soñando con ser los propietarios de algo semejante…algún día. Como era de rigor vestíamos el uniforme de gala, pero sin kepí ni espadín, entonces más bien parecíamos algo así como empleados de la funeraria Gayosso.

Caminamos buen rato y finalmente decidimos regresar al baile. Según nosotros empezamos a caminar en sentido contrario al que veníamos, pero en alguna parte nos equivocamos y luego tratamos de enmendar y más nos confundíamos, y volvíamos a rectificar y nuevamente a confundirnos…y así sucesivamente. Hasta que por ahí alguna alma caritativa nos orientó y nos envió por otro lado…y nos volvimos a perder dentro de aquella maraña de enormes casas; no teníamos dinero para tomar taxi, pero creo que esto ni se nos ocurrió pero tampoco, que yo recuerdo, pasó ningún taxi por ahí; todas las calles estaban desiertas. Al fin, como por arte de magia apareció el Casino Militar y sentimos un gran alivio pero también un gran cansancio. El baile estaba en su apogeo y ya serían como las doce de la noche o tal vez las primeras horas del día siguiente. Para Toño y para mí aquél era nuestro primer baile y no sabíamos bailar. Se nos quitó lo cansado al presenciar aquel ambiente tan alegre, de mujeres bellas como princesas y apuestos cadetes bailando al ritmo de las mejores orquestas de México. Iniciamos la búsqueda de alguna dama que nos llenara el ojo pero todo fue inútil. Tuvimos entonces que recurrir a la fuente de los loros; ésta era una fuente al centro del gran patio en el que se bailaba en el que se sentaban las muchachas que no tenían pareja; algunas no estaban realmente feas y, para iniciar nuestro aprendizaje, más que buenas. Así, al primer pisotón surgió la frase de cajón: “Ah chingao señorita, la pisé”.

Descarga el Anecdotario.



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* N.B: Extiendo una disculpa al Dr. Márquez por haberlo "matado" publicitariamente en la publicación ayer por una confusión de mi parte. Sabemos que está en Guadalajara, bien y riéndose de "la broma" que le jugamos. 

Le deseamos que se conserve lo mejor posible y le enviamos un cordial saludo, de mi parte y de nuestra generación, que a pesar de que no fue maestro en el salón de clases de algunos de nosotros, sepa que lo admiramos y apreciamos como Maestro, con mayúscula. Además, una felicitación por su Anecdotario.



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2013/6/4 Andrés Zurita




Que tal Jesús, te reenvío un correo del Ing. Federico Peña, donde hace referencia al Dr. Fidel Márquez.
Saludos.

Andrés Zurita

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From: Federico Peña
To: Andrés Zurita

Date: Tue, 4 Jun 2013 17:20:02 -0500



Fidel Márquez es compañero muy querido de mi generación, y yo ya había leído su compilación de un anecdotario chapinguero. Fidel está bien vivo, y si no es por la feliz coincidencia de que antes de tu correo recibí uno de él, lo hubiera dado por muerto. Hace unos momentos hablé con él a Guadalajara y nos reímos mucho de su " prematura" muerte. Ciertamente está delicado de salud, algo impedido físicamente, pero aquí está. Tal vez fue tu maestro. Si te sirve de algo, aquí está su teléfono : xxxxxxxxxxx. 
Te felicito mucho, así como a toda tu generación, por los 25 años de fructífero ejercicio profesional.
Recibe mi solidario abrazo de siempre. Federico Peña. 
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From: Andrés Zurita
To: Federico Peña

Date: Tue, 4 Jun 2013 11:50:12 -0500



Ing. Peña, en este año mi generación cumple 25 años, le comparto  lo siguiente que pusieron en un blog: [...]

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